domingo, 2 de agosto de 2015

SAL DEL TEATRO...





Sal del teatro…


Imagínate dentro de un teatro, ahí, actuando en las tablas del escenario.

En el escenario están esos personajes que, dependiendo del momento de tu vida, podrían ser tus padres, hermanos, amigos; o tu jefe y tus compañeros, o la pareja cuando la hay… Y tú.

La idea en este teatro es lograr vernos desde una butaca, tranquilamente sentados, y no sólo en la acción del escenario. Al principio de este ejercicio podemos ver la escena del momento presente, sin vernos a nosotros mismos, solo viendo en escena a los demás, actuando. Con un poco de esfuerzo, a continuación, uno logra, además de estar presente en el escenario, salir de las tablas y también verse desde la butaca. Llegar a esta sutil observación, es haber dado un enorme paso en nuestro mundo interno.

Todo lo que te estoy comentando, hay que hacerlo en plena acción, en el momento, claro. No en nuestra cama o sofá cuando acabó el día..., no, sino en plena Acción, cuando lo vivimos, en cualquier momento. Logramos más fácilmente dicha observación instantánea cuando ralentizamos el ritmo de nuestras vidas estando más en el aquí ahora, manteniéndonos en calma y amor hacia uno mismo.

Cuando uno por fin lo logra, puede 'decir' que empieza a ver con sus dos ojos y oír con tus dos orejas. La idea es simple, es observar mientras estamos haciendo y hablando. Todo se ve con distancia y tranquilidad cuando estamos confortablemente sentados, observando desde la butaca, y no inmersos en las a veces violentas acciones del momento de ahora.

Más adelante, cuando uno ha perseverado y, por fin, ve y escucha con más claridad, decide qué hacer con ese teatro: si salir o quedarse actuando.

Hay teatros de los cuales uno ha de salir cuanto antes mejor. Son esos en los cuales sentimos un malestar, un bajón energético y desamor... De esos teatros hay que huir, no sirve ni observar desde la butaca, o sí, pero sólo para quedarse apenas un rato, lo justo para darse cuenta. Luego, hay que abandonarlo, salir a la calle libres para poder abrimos al mundo de posibilidades y vivir otras maravillosas cosas.

También es cierto que hay teatros difíciles de dejar, como los del trabajo, la familia…  Creemos que no podremos salir de algunos de esos porque, por ejemplo, es papá, mamá, o quien sea en la familia… Y pensamos que eso no se hace, que nuestra obligación es quedarnos, aunque sentimos que no queremos. Obligarse a ser o actuar como los demás quieren, como le gusta a papá, mamá, al jefe, pareja, etc., es desgastar nuestra vida, es como tirarla a la basura.

Si uno por obligación (dinero) ha de estar en las tablas del escenario de algún teatro laboral, se puede quedar mientras todo vibre bien, sienta respeto y todo fluya bien. Pero si uno no se encuentra a gusto, ha de intentar no perder nunca la perspectiva de buscar posibles salidas, y saber quién es quién, viendo con claridad a los personajes de esa pieza teatral laboral; evitando dejar que le chupen la energía; siendo uno mismo, tal y como es.

Recordemos que todos los personajes de nuestros teatros son nuestros queridos maestros, y mientras no logremos ver el mensaje que nos tienen que dar, ahí nos quedaremos, sufriendo en pie... Cualquier encuentro es mágico y beneficioso aunque sea muy difícil de llevar. El plan es lograr siempre observar para qué estoy viviendo esa situación, dar las gracias por ello sin caer en la esclavitud ni la dependencia. El resto, siempre se nos ha dado por añadidura.

Mucho ánimo para tod@s os deseo.


J.Marcos Boyer.

7 comentarios:

Dani Dofinet dijo...

Protagonistas, espectadores y productores de nuestro propio drama de la vida. Así és.

Gracias Marcos.

Abrazos

J. Marcos B. dijo...

Gracias a ti por tu visita Dani! Ahora mismo voy a tu blog, que hace tiempo que no voy :)

Un fuerte abrazo y feliz verano amigo.

Societat Teosòfica- dijo...

Esta reflewxión tuya me ha recordado un artículo que escribí hace tiempo en una revista.

Somos actores a los que se nos da infinidad de papeles, uno de distinto o muy parecido cada vez que encarnamos. A veces nos queda la mente en blanco en mitad de la escena y tenemos que improvisar, hasta que perdemos el miedo de estar en escena y adquirimos el dominio sobre nosotros mismos y el papel asignado sale a la perfección.

Al principio nos dan papeles sin importancia tan sólo como relleno del escenario. Más adelante el director de la obra se da cuenta que estamos preparados para interpretar un papel secundario y luego tras duro esfuerzo, por fin nos da el papel principal y nos convertimos en protagonistas.

Hemos interpretado infinidad de personajes, nos hemos disfrazado de hombre y de mujer, hemos hecho de mendigos y de reyes.
Una vez dominamos a la perfección los papeles principales, decidimos ponernos a dirigir . Finalmente vamos más allá y escribimos la propia obra convirtiéndonos en autores.

A lo largo de la existencia humana hacemos todo este recorrido actuando e interpretando papeles escritos y dirigidos por los demás.
Mientras hacemos de actores nos identifiquemos momentáneamente con cada personaje a fin de interpretarlo a la perfección y sin embargo, nunca dejamos de ser el actor.

Una obra de teatro está formada por varios actores y por todos los que intervienen en el montaje, el decorado, la música...además del autor como elemento principal y el director.
Cada actor debe interpretar su propio papel, que puede ser muy distinto al de los demás, sin embargo para que la obra salga a la perfección debe haber una perfecta coordinación entre todos, y ninguno puede interpretar su papel cuando le apetece sinó cuando le toca, ni interpretar el papel de otro, pues entonces la obra sería un kaos.

Me ha gustado tu reflexión Marcos. A partir de este pensamiento pueden surgir muchas otras analogías.

Gracias

Un fuerte abrazo

Marta

J. Marcos B. dijo...

Muchas gracias por tu extenso comentario Marta, siempre aporta algo más :)

Un fuerte abrazo!

CHIC VINTAGE dijo...

El teatro: una gran comedia. El kit de la cuestión es verte en el escenario y querer estar en un palco (lo ideal) o simplemente en butaca. A mi personalmente la obra q más me cuesta es la de LA FAMILIA. Me sigo viendo, en muchas escenas, en el escenario. Pero estoy contenta por darme cuenta en la acción q estoy allí. Es verdad ellos son nuestros grandes maestros. El post muy elocuente. Mil gracias. Un fuerte abrazo.

Mar Mariscal

J. Marcos B. dijo...

Gracias por tu comentario Mar :)

Un fuerte abrazo.

Silvina Romero Paz dijo...

Cada día voy siendo más selectiva en qué obra elijo quedarme y en cual no, observo que me voy recuperando más rápidamente de las actuaciones movilizantes y agradezco a todos los actores coprotagonistas de mi película o teatro, gracias por tu texto tan conciente, saludos silvi