lunes, 24 de agosto de 2015
domingo, 2 de agosto de 2015
SAL DEL TEATRO...
Sal del teatro…
Imagínate dentro de un teatro, ahí, actuando en las
tablas del escenario.
En el escenario están esos personajes que, dependiendo
del momento de tu vida, podrían ser tus padres, hermanos, amigos; o tu jefe y tus compañeros, o la pareja
cuando la hay… Y tú.
La idea en este teatro es lograr vernos desde una butaca,
tranquilamente sentados, y no sólo en la acción del escenario. Al principio de
este ejercicio podemos ver la escena del momento presente, sin vernos a
nosotros mismos, solo viendo en escena a los demás, actuando. Con un poco de
esfuerzo, a continuación, uno logra, además de estar presente en el escenario,
salir de las tablas y también verse desde la butaca. Llegar a esta sutil
observación, es haber dado un enorme paso en nuestro mundo interno.
Todo lo que te estoy comentando, hay que hacerlo en plena
acción, en el momento, claro. No en nuestra cama o sofá cuando acabó el día..., no, sino en plena Acción, cuando lo
vivimos, en cualquier momento. Logramos más fácilmente dicha observación
instantánea cuando ralentizamos el ritmo de nuestras vidas estando más en el
aquí ahora, manteniéndonos en calma y amor hacia uno mismo.
Cuando uno por fin lo logra, puede 'decir' que empieza a
ver con sus dos ojos y oír con tus dos orejas. La idea es simple, es observar
mientras estamos haciendo y hablando. Todo se ve con distancia y tranquilidad
cuando estamos confortablemente sentados,
observando desde la butaca, y no inmersos en las a veces violentas acciones del
momento de ahora.
Más adelante, cuando uno ha perseverado y, por fin, ve y
escucha con más claridad, decide qué hacer con ese teatro: si salir o quedarse
actuando.
Hay teatros de los cuales uno ha de salir cuanto antes
mejor. Son esos en los cuales sentimos un malestar, un bajón energético y desamor...
De esos teatros hay que huir, no sirve ni observar desde la butaca, o sí, pero sólo
para quedarse apenas un rato, lo justo para darse cuenta. Luego, hay que
abandonarlo, salir a la calle libres para poder abrimos al mundo de
posibilidades y vivir otras maravillosas cosas.
También es cierto que hay teatros difíciles de dejar,
como los del trabajo, la familia…
Creemos que no podremos salir de algunos de esos porque, por ejemplo, es
papá, mamá, o quien sea en la familia… Y pensamos que eso no se hace, que
nuestra obligación es quedarnos, aunque sentimos que no queremos. Obligarse a
ser o actuar como los demás quieren, como le gusta a papá, mamá, al jefe,
pareja, etc., es desgastar nuestra vida, es como tirarla a la basura.
Si uno por obligación (dinero) ha de estar en las tablas
del escenario de algún teatro laboral, se puede quedar mientras todo vibre bien,
sienta respeto y todo fluya bien. Pero si uno no se encuentra a gusto, ha de
intentar no perder nunca la perspectiva de buscar posibles salidas, y saber quién
es quién, viendo con claridad a los personajes de esa pieza teatral laboral; evitando dejar que le chupen la
energía; siendo uno mismo, tal y como es.
Recordemos que todos los personajes de nuestros teatros
son nuestros queridos maestros, y mientras no logremos ver el mensaje que nos
tienen que dar, ahí nos quedaremos, sufriendo en pie... Cualquier encuentro es
mágico y beneficioso aunque sea muy difícil de llevar. El plan es lograr
siempre observar para qué estoy viviendo esa situación, dar las gracias por
ello sin caer en la esclavitud ni la dependencia. El resto, siempre se nos ha
dado por añadidura.
Mucho ánimo para tod@s os deseo.
J.Marcos Boyer.
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