viernes, 24 de abril de 2020

Herramientas para trabajar en uno mismo...



Herramientas para trabajar en uno mismo.
En estos momentos de retiro obligatorio podemos, por ejemplo, aprovechar el tiempo para trabajar en nosotros mismos. Con este propósito, os dejo a continuación una serie de sugerencias, que he tratado de resumir lo máximo posible. Son “herramientas” que uso desde hace muchos años y que podéis probar desde la honesta observación de vosotros mismos. Las he agrupado con tres nombres: los 14 Extremos, las 4 Emociones biológicas, y los Apegos.
Quienes lean esta publicación, al reparar en las referencias que manejo, pueden estar tentados a creer que pertenezco a una religión como el cristianismo (como es el caso de hoy, por ejemplo); en otras ocasiones podrían pensar que profeso otras como el Hinduismo, o el Budismo, etc. Quiero aclarar de antemano que no soy religioso, no pertenezco a ninguna secta ni escuela iniciática, y no tengo creencia religiosa alguna. Simplemente utilizo palabras, términos y referencias que me parecen útiles para reflejar lo que quiero expresar.
Como bien sabemos, en cada momento hacemos lo mejor que podemos, según la consciencia que tenemos desarrollada en comprensión real y acción. La idea aquí es progresar en ese desierto interno que todos atravesamos y que nos separa de la ‘tierra prometida’, la Consciencia Plena. La travesía del desierto es dolorosa y muchas veces uno se estanca años en algunos obstáculos preguntándose, casi en bucle, qué habrá hecho uno para merecer tal sufrimiento... Pero, todo tiene un fin y hay soluciones para todo.
Hay una frase maravillosa de la filosofía Sufí que refleja bien lo que trato de dejar ver: “Es más fácil aprender a fabricarse y calzarse unas zapatillas que alfombrar toda la tierra”.
Los 14 Extremos
La primera de las herramientas que os sugiero probar es esta que llamo Los 14 extremos. Me gusta siempre verificar dónde me encuentro respecto a las 7 Virtudes y sus contrapuestos, los 7 Pecados capitales. Uno puede observarse fácilmente a través de ellos y ver cómo va, por ejemplo, con la Avaricia y con su opuesto, la Generosidad. O con la Ira y la Paciencia, o bien con la Gula y la Templanza (o Abstinencia, sinónimo de esta virtud).
Es muy importante conocer los significados de cada uno de estos Extremos, las Virtudes y los Pecados Capitales, o conocer sus sinónimos para comprender bien lo que cada uno de estos términos, estos extremos, significa. Muchas veces pensamos que sabemos lo que significan las palabras, pero nos sorprendemos la mayoría de las veces cuando hacemos el esfuerzo de ir a buscar el verdadero significado y encontramos sinónimos que nos ayudan a profundizar en la comprensión de cada palabra. Os sugiero buscar en internet las 7 Virtudes y sus opuestos y, después de comprobar el significado y encontrar las palabras o términos sinónimos de cada uno de ellos, que tratéis de observar y verificar cómo vais en vuestro camino personal respecto de los 14 Extremos. ¡Seguramente encontrareis algún que otro trabajo que realizar en vuestro afán diario!
Recordad, ningún extremo es bueno y Buda nos lo dejó bien claro, “el camino del medio es el mejor camino”.
Las 4 Emociones biológicas
Otra herramienta útil que os sugiero es observar vuestras emociones. Como ya sabréis, las cuatro emociones básicas son:
- El Miedo
- La Rabia
- La Tristeza
- La Alegría
Una vez más, aquí se trata de observarnos y ver cómo nos sentimos con cada una de estas emociones. Las emociones biológicas básicas se dividen en pensamientos y sensaciones físicas, que viene a ser energías que se desplazan en el cuerpo y que se manifiestan, con distintos marcadores somáticos, a través del sistema nervioso. Por lo tanto, mediante la observación de los pensamientos y la respiración, podemos descubrir la raíz de las mismas y lograr modificarlas, calmarlas y reorientarlas.
El Miedo es una sensación física con marcadores somáticos específicos. Éstos pueden situarse en el pecho, en el corazón, en el estómago, en el cuello, etc. Cada uno, cada persona, tiene el suyo o los suyos. La función de los marcadores somáticos del miedo es avisarnos, vía nuestro sistema nervioso, de un posible peligro y, por tanto, ayudarnos a sobrevivir alejándonos de la escena de peligro. En tiempos remotos, el miedo podría darse al avistar un león o un tigre; actualmente las situaciones que nos pueden hacer aflorar esta emoción pueden ser desde el miedo a que se rían de nosotros, el miedo de no estar a la altura, el miedo a hablar en público o con esa persona que nos gusta, etc. La mala gestión de esta emoción, o la no gestión, puede generar, a lo largo del tiempo y a través de la mente, pensamientos desagradables y negativos, que añadirán al miedo otras emociones no biológicas (pero no ello más agradables)como son la culpa y la vergüenza. El miedo es una herramienta fantástica para el desarrollo personal,que nos ayuda a asentar más seguridad en nosotros mismos. Lo logramos, simplemente, retándonos a enfrentarlo, enfrentándonos al miedo.
Cómo trabajar con el miedo
Es importante en primer lugar identificar ‘el miedo’ o los miedos, si es más de uno, e ir apuntándolos para luego tratarlos, uno a uno, si es que son dos, tres o más. Podemos pedir ayuda a un buen psicólogo o a un coach. Hemos de tomar consciencia de que hay dos clases de miedos, los que nos protegen como por ejemplo para no tiranos desde un tercer piso entre otros, y miedo creados por nuestra mente.
Aquí estamos hablando de miedos mentales: esos que la mente se ingenia en presentarnos como posibles peligros. Es importante comprender que el futuro sólo existe dentro de la mente y que la mayoría del tiempo nunca ocurre lo que más tememos. Por lo tanto, cuando logramos identificarlos, podemos dejarlos ir, como las nubes en el cielo, mediante la respiración, ejercicios de meditación y en acción constante. Volver al presente con una atención plena y trabajar en mejorar lo que está en nuestras manos, son otros recursos para dejar ir los miedos y limitar posibles males futuros. En resumen, hemos de enfrentar los miedos basados en acontecimientos de inseguridad y, respecto de los miedos mentales o proyecciones al futuro, hemos de disiparlos volviendo al presente, con la atención plena.
La Rabia. La función positiva de esta emoción es ayudar a la supervivencia. Hace miles de años y hasta hace muy poco, nos permitía luchar contra cualquiera de las amenazas con las que pudiéramos cruzarnos en el planeta.
Hoy en día es diferente, la Rabia nos sirve más para defender nuestra persona, nuestro yo; por ejemplo, usamos la rabia para que nadie nos falte el respeto, para poner límites e individualizarnos ante los demás. Negar la rabia nos convierte en ovejas obedientes que se dejan empapar con cualquier texto tipo New Age, o manipular emocionalmente por los lobbys que se las ingenian así para que compremos lo que ellos venden. Todas estas actitudes ocurren con rabia mal gestionada, lo que nos lleva a ser personas completamente abducidas por un sistema totalmente obsoleto y corrupto que solo desea hacer dinero y más dinero.
Las manifestaciones de rabia negativa se pueden trabajar yendo a sus opuestos: la dulzura y la ternura. Incluso la tristeza melancólica puede sernos de ayuda para ver si hemos perdido el norte o hecho algo mal… En definitiva, uno ha de buscar algo que le inspire ternura para dejar que se diluya su caparazón de rabia y observar sin engañarse qué es lo que le provoca rabia para por fin poder sanarlo.
La Tristeza. Con la Tristeza procederemos igual: se busca entrar en uno mismo y abrazarla para sentirla de verdad y descubrir así la raíz de lo que la provoca. De este modo podremos liberarla mediante la aceptación.
Es mucho mejor estar completamente tristes e irlo superando poco a poco, que fingir que no estamos tristes. Bloquear la tristeza con actitudes “happyflower” (pensamientos positivos), solo nos llevará, tarde o temprano, a una depresión. El valor positivo de la tristeza nos sirve para retirarnos en introspección y observar dónde nos hemos equivocado. Esta observación nos ayuda a reflexionar en profundidad sobre los hechos que nos han llevado a la tristeza. Llorar es muy benéfico para limpiar y dejar salir todo lo que tenga que salir. Luego del llanto, podremos mirar, observar dónde fallamos y volver renovados y más fuertes con la lección aprendida.
No querer enfrentarnos a esta emoción y distraernos con lo que propone la New Age, -el pensar en positivo-, solo logra solapar nuestra tristeza sin llegar nunca a tratarla y eso, a la larga, provoca un enquistamiento de nuestros problemas en vez de optar por sanarlos a la luz de la consciencia. No sirve de nada ser positivo si en realidad estás triste. Mucho mejor es abrazar la tristeza, llorar y observar la lección para volver más maduro y fuerte.
Toda la cultura en las sociedades avanzadas, el arte, la música, la literatura, la escultura, la pintura, etc., se nutren en emociones como la tristeza. Desconectar de la tristeza es un gran error. Es la emoción del crecimiento personal, ¡úsala con amor!
La Alegría. Para trabajar con esta emoción os sugiero comenzar así: uno se observa hasta ver si no está en una alegría enmascarada, falsa y fabricada de cara a la galería. La falsa alegría es fácil de reconocer, por ejemplo, en el típico gracioso que, si analizamos bien, resulta ser un depresivo. Una cosa es la alegría sentida, la que es real, y otra la forzada, la fabricada artificialmente, en plan “pienso en positivo, me preparo unos chistes para la galería y todo irá bien”, cuando en el fondo, uno sabe que no es así, que no tiene ni ganas de salir de casa. Engañarse a uno mismo es una trampa en la cual tarde o temprano uno cae. La falsa alegría es disfrazar la tristeza con sonrisas, es ser chistoso cuando en el fondo nos gustaría llorar. La emoción de Alegría ha de ser auténtica y pura, sino es como una enfermedad que, tarde o temprano, acabará por atraparte y tirarte de bruces al suelo para que, por fin, la trates y veas qué lecciones tienes que aprender.
Respecto de esta publicación sobre Las 4 Emociones, he escrito el texto basando algunas de mis referencias en un vídeo de Sergi Rufi, doctor en Psicología, a quien desde aquí doy las gracias.
Los Apegos
Ahora llegamos al trabajo de los apegos, que podemos hacer durante los anteriores, o después, como uno prefiera.
El trabajo de los apegos es algo sumamente difícil de conseguir, pero vencerlos es una tarea que se puede lograrse mediante la paciencia. Al proponernos este trabajo puede ser útil planteárnosloa modo deretos. Podemos establecer un primer reto con el apego que queremos vencer y así, sucesivamente. Lo ideal sería comenzar por los más fáciles de vencer, para así crear un hábito.
Nuestros apegos nacen en la infancia, donde nos hemos empapado de todo aquello que veíamos y sentíamos, proveniente de nuestro entorno cercano. De niños somos esponjas e imitadores, de modo que si nuestros padres, tíos o abuelos tenían defectos y apegos, nosotros tendremos los mismos, o muy similares. Y además los justificamos, solo por el hecho de haber convivido con ellos: es que mi papá o mi mamá eran así…
Seguro que os resultan familiares estas expresiones: “Fumo porque mi padre fuma”, “soy goloso porque a mi mamá le encantan los pasteles”, “soy lujurioso porque mi padre era un don Juan” y otras muchas más. Son las justificaciones de nuestros apegos.
El Apego es un vínculo obsesivo. Hemos de asumir, cuanto antes mejor, que no somos dueños de nada ni de nadie. Eso de decir “sin ti no soy nada”, es de alguien que aún no se ha percatado de las grandes verdades, que no se ha percatado que de aquí nos vamos todos, que este mundo en el que vivimos es transitorio y que nada nos llevaremos de él, ni siquiera nuestro cuerpo. La vida es transitoria. Hemos de ser responsables de nuestra vida y madurar, dejando de esperar algo que viene de afuera, sea lo que sea. Uno ha deamarse a símismo. Puede ocurrir que un díaamemos y seamos amados por otro, pero si ese otro por la circunstancia que sea, otro día decide irse, uno debe seguir estando bien. Esto sucede cuando nos amamos a nosotros mismos.
Hay muchos apegos, os comento, por ejemplo, uno muy actual: el apego a Internet. Sin duda, es uno de los más difíciles de vencer. Por ello uno ha de trabajar con la moderación, observándose para ver cómo se comporta frente a la tentación. Finalmente, todo es cuestión de observación real de uno mismo.
Es de gran ayuda aprender y entrenarse a diario en vivir el momento presente. Dejar de ser un escapista que vuelve una y otra vez al pasado, a los fracasos, los traumas, etc. Definitivamente, mejor es aceptar el pasado, aunque cueste mucho, y aprender a perdonar para, por fin, poder pasar página y regresar al presente. También es de ayuda promover tu libertad y permitir la de los demás. Estar y ser libre sin hacernos responsables de la vida de los demás. En conclusión, asumir que las pérdidas van a suceder, tarde o temprano. Nada puede contenerse eternamente: los niños crecerán, los amores cambiarán y las circunstancias, también.
La vida es una escuela donde uno puede crecer o estancarse, uno elige. ¡Tú eliges!
Os deseo Paz.
Marcos Boyer