El alma no únicamente ha de cesar de forjarse nuevas cadenas, sino que debe desembarazarse de las viejas, ya permitiendo que se desgasten gradualmente, ya quebrantándolas de un modo sistemático. Para romper las cadenas es necesario un conocimiento capaz de mirar hacia el pasado, a fin de ver las causas puestas en juego que producen sus efectos en el presente.
Causas destinadas a provocar consecuencias nefastas para el futuro de una persona, por haber sido inspirada en pensamientos destructivos, pueden ser contrarrestadas o modificadas, de alguna manera, si dicha persona las combina con una nueva causa inspirada en pensamientos de amor y benevolencia que las equilibren y neutralicen. Así queda impedido el suceso, inevitable sin esta intervención conciente, que habría engendrado a su vez nuevos disgustos kármicos.
Así el hombre que sabe, puede neutralizar las fuerzas procedentes del pasado, oponiendo fuerzas iguales y contrarias, y puede en este camino “quemar su karma por el conocimiento”.
El hombre que trata de libertarse puede todavía estar sujeto por obligaciones contraídas con otras almas en el pasado, por los perjuicios que les haya ocasionado y por los deberes que le liguen a ellas. Utilizando su conocimiento ha de tratar de serles útil, pagando así su deuda y desatando un lazo…
Ésto puede explicar la enigmática y extraña línea de conducta del hombre sabio que se une estrechamente a una persona considerada por los espectadores ignorantes como absolutamente indigna de su compañía. Es que aquél está ocupado por completo en pagar una deuda kármica que sin extinguirla hubiera impedido o retardado su progreso.
ANNIE BESANT
Gracias 'la vida una' por los extractos.